Neandertal, una especie de pocas palabras

Las dificultades para comunicarse y crear grupos sociales pudieron precipitar la extinción de los neandertales hace 30.000 años

... Desde el punto de vista de la genética, el proyecto Genoma Neandertal reveló no hace mucho las primeras conclusiones sobre las diferencias en el ADN del hombre actual y nuestros primos neandertales. De aquellos estudios se ha hecho eco el catedrático en Genética Nicolás Jouve, que hace escasos días expuso en Zamora una interesante reflexión en el contexto del Mes de la Salud que organiza la entidad Caja Rural. La diferencia entre los genes del Homo sapiens y del neandertal es similar a la de ambos con los grandes simios como el chimpancé, el gorila o el orangután.

Tal y como explica el experto Jouve, entre el ADN de los primeros homínidos y el del hombre actual hay entre un 96 y un 98% de similitudes, lo que arroja entre un 2 y un 4% de diferencias. Sin embargo, ahí radican «las claves para entender qué nos hace ser humanos». El catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares señala que ese mínimo porcentaje se traduce en «65 millones de diferencias puntuales». En estas regiones, «encontramos grandes diferencias en comportamiento, capacidad intelectual o comunicación por medio de un lenguaje articulado», informa.

Porque mientras la evolución de los simios se encuentra estancada, el Homo sapiens vive una etapa de anagénesis, una evolución «muy acelerada», señala Jouve. Esos 65 millones de diferencias en el carné de identidad humano explican por qué la especie humana es la única de la naturaleza «consciente de que vive y existe, nos relacionamos con el ambiente y lo dominamos, hacemos refugios, domesticamos las plantas y los animales, tenemos habilidades para la caza?», señala el profesor.

Y ahora viene la gran pregunta. ¿Por qué la diferencia genética entre el Homo sapiens y el neandertal también es del 2% y, sin embargo, estas especies son tan semejantes? Porque hablamos de «regiones diferentes», probablemente «menos importantes», aclara Nicolás Jouve...
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La Opinión de Zamora