jueves, 28 de junio de 2012

«Llegaron dando bocinazos de alegría y sacaron el cráneo; fue una maravilla» - Marina Mosquera

Marina Mosquera, Investigadora de Atapuerca desde hace 26 años

«Oímos las bocinas de los coches que venían pitando. Excavábamos en la trinchera, allí estaba el histórico Emiliano Aguirre, y con tal escándalo imaginamos que algo había pasado en la Sima de los Huesos. 'Tienen que ser los chicos de Arsuaga', pensamos. Cuando llegaron dando bocinazos a nuestro lado, sacaron a Miguelón. Era una maravilla», recuerda la investigadora Marina Mosquera, que lleva 26 años en Atapuerca y ha asistido al despegue del que se ha convertido en uno de los yacimientos más relevantes de Europa, recinto de claves explicativas de la evolución humana con restos del homo heidelbergensis (500.000 años) y del homo antecessor (800.000).

–¿Qué ha supuesto el cráneo de Miguelón para Atapuerca?
–El despegue del yacimiento. Porque el registro de la Sima de los Huesos es el más completo, no solo en cuanto a cantidad de huesos enterrados, sino porque están enteros, lo cual es una anomalía en arqueología. Cuanto más atrás en el tiempo nos remontamos, menos se conservan los restos; disponer de un cráneo íntegro y de la representación esquelética de una población es dificilísimo. Y eso sucedió en Atapuerca.

–¿Cuál era en esos años el reto que se habían marcado?
–Atapuerca era poco conocida, luchábamos mucho no solo para excavar, sino para dar a conocer las evidencias, hacer buenos estudios y sacarlos a la luz pública y al debate internacional. Un descubrimiento de ese carácter, con la escasez que había, vino a revolucionar el panorama. Hay muchos más homo heidelbergensis en Europa, sí, pero sus restos son relativamente fragmentarios y tener un cráneo completo más una colección de trozos de fémures en los que se podía estudiar no solo un individuo completo, sino la variación que había en una población, supuso una revolución. Y el espaldarazo definitivo a Atapuerca terminó de certificarse dos años después, en 1994, con el descubrimiento del homo antecessor, de 800.000 años de antigüedad.

–¿Qué ha cambiado en el yacimiento y en la investigación en todo este tiempo?
–En el fondo los retos son siempre los mismos: tener un conocimiento profundo y cada vez más detallado de estas épocas, tanto de los homínidos como de los no homínidos. Entonces éramos veinte investigadores y ahora somos cinco veces más. Los hay que estudian desde ratitas de campo y bisontes hasta restos humanos analizando su comportamiento. Entonces teníamos la visión clara de que queríamos salir de nuestras fronteras y se ha conseguido.

–¿Qué investiga ahora?
–Soy tecnóloga, pero desde hace años me dedico a la cognición. En general, trabajo en la evolución desde otros primates como chimpancés hasta cuestiones de humanos modernos pero intentando aplicarlo a la evolución, saber cuáles fueron los pasos cognitivos por los que han tenido que pasar determinadas especies.

–¿Percibe interés ciudadano por la historia de la evolución?
–Cada vez más. Y me parece natural. Significa intentar conocer de dónde venimos, quiénes somos y en qué se parecían o no especies que nos han precedido.

JESÚS BOMBÍN El Norte de Castilla
Entrada relacionada: 25-06-12. El Museo de la Evolución conmemora los 20 años del hallazgo de 'Miguelón'.

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