domingo, 12 de agosto de 2012

Muerte en la fuente

Un relato de Eudald Carbonell i Roura.

Hace más de dos millones de años, los rayos del sol de poniente iluminaban las escasas acacias de la sabana africana y proyectaban su sombra sobre las abundantes gramíneas que recubrían el inmenso espacio continental. Las espinas de estas imponentes estructuras leñosas rezumaban el agua de la rosada.

El rugido de félidos estremecía a las especies de ungulados. El ulular de las hienas y el estruendo de los rumiantes en sus demostraciones de velocidad resonaba por los alrededores, el polvo se alzaba en el horizonte y tamizaba la luz del sol, un amanecer cualquiera del amanecer de nuestra humanidad, del origen de nuestro género, el género Homo.

Un grupo familiar de Homo habilis se desplaza lentamente, buscan la fuente perdida, la fuente de agua dulce, siempre llena de vida, en lo que hoy es la conocida garganta de Olduvai en Tanzania. Además de estos homínidos, otras especies buscaban lo mismo. Se trataba del Zinjanthropus boisei: la necesidad de encontrar agua fresca y potable les impulsaba a recorrer el territorio.

El día anterior había llovido tímidamente, la mayor parte del agua se había evaporado debido al calor estival; sin embargo, habían quedado las huellas de la banda secuenciadas en el interior de las cenizas caídas procedentes de los volcanes en los bordes fangosos del lago de aguas salinas, en las que solo sobreviven las aves avezadas y acostumbradas a este tipo de ambiente... quo.es

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