1/6. Léopold Chiron (1845-1916). |
En 1878 Léopold Chiron, un maestro de escuela aficionado a
la arqueología, estaba excavando en la cueva Chabot, en el departamento
francés de Ardecha. La gruta no era muy grande y Chiron abrió en ella
una excavación modesta en la que encontró muchos útiles prehistóricos.
Al mirar las paredes descubrió una maraña de trazos grabados que le
parecieron representaciones de animales y personas. Llegó a la
conclusión de que aquellos 'dibujos' habían sido trazados por quienes
habían tallado las piezas de sílex que estaba desenterrando y quiso dar a
conocer su descubrimiento. Pero nadie le hizo caso.
El hallazgo languideció en sus cuadernos de notas hasta que
fue publicado una década después, cuando el techo pintado de Altamira
(descubierto en 1879) ya era conocido y la polémica sobre su
autenticidad continuaba desatada. Aunque el trabajo de Chiron fue
reivindicado desde principios del siglo XX, ha pasado a la historia de
las investigaciones del arte rupestre paleolítico como un personaje
secundario, un 'predescubridor' situado en segundo plano.
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