El Dolmen de Viera vuelve a ser escenario estos días, como desde hace 4.500 años, del impresionante espectáculo del equinoccio de primavera
Un año más, y ya van más de 4.500, el Dolmen de Viera es
desde el miércoles un gran escenario único para el equinoccio de
primavera. Un espectáculo de luz y energía que puede contemplarse en
este cambio de estación, tal y como lo contemplaban entre el IV y el III
milenio las sociedades de finales del Neolítico y principio de la Edad
de los Metales. La alineación del sol al amanecer dentro del monumento
megalítico indicaba a los primitivos pobladores de la Vega de Antequera
que comenzaba un nuevo ciclo de renovación de la vida, de la naturaleza y
de las cosechas. Hoy, esa misma eclosión única de luz nos indica que la
naturaleza sigue viva, aunque el mundo haya cambiado lo suyo.
Además, ese efecto de luninosidad solar que se consigue al
amanecer, en uno de los dos momentos del año en que los dos polos de la
Tierra se encuentran a igual distancia del Sol, servía a las sociedades
para rendir homenaje a los muertos que reposaban en la cámara sepulcral
existente en el interior del dolmen, según explica el historiador Ángel
Fernández, guía del conjunto dolménico.
Miércoles, jueves y viernes, los amanececeres son únicos en
este monumento, considerado un sepulcro de corredor, formado por un
largo pasillo segmentado en dos tramos, al final del cual se dispone una
cámara de planta cuadrangular a la que se accede por medio de una
puerta perforada cuadrangularmente en la primera losa.
El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera lo conforma
los Dólmenes de Menga, Viera y El Romeral en Antequera, y está
considerado como uno de los mejores y más conocidos exponentes del
megalitismo europeo. En 1886, el Dolmen de Menga fue declarado Monumento
Nacional. En 1923, el Dolmen de Viera. El Tholos de El Romeral
pertenece al Tesoro Artístico Arqueológico Nacional desimpulsa ahora que
el conjunto sea declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Desde 2006, la administración andaluza programa las
'Celebraciones del Sol', unas citas únicas para admirar desde los
distintos dólmenes los equinoccio de primavera y otoño (Viera), el
solsticio de vereano (Menga) y el solsticio de invierno (Romeral). Para
disfrutarlos solo hacen falta dos requisitos: inscribirse y madrugar. Y
el madrugón merece la pena para comprobar que, de verdad, en un amanecer
único, el sol sale por Antequera. M. EUGENIA MERELO / diariosur.es
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