Alberto Foyo Doctor en Geología por la Universidad de Oviedo.
En 1989 pasé casi un año en la Universidad de Paderborn, al norte de
Alemania. Y tuve una gran oportunidad. Un fin de semana, invitado por
unos muy buenos amigos, alemán él y asturiana ella, me llevaron a
visitar el valle de Neander, Neandertal, a no más de diez kilómetros de
Düsseldorf donde mis amigos vivían. Fue mi primer contacto con la
prehistoria.
Después, mucho después, durante los primeros trece
años de este siglo y por razones que no viene a cuento relatar, pues no
es el momento ni el lugar para contar mi vida profesional, tuve una
segunda gran oportunidad. Conocí de cerca, muy de cerca, la prehistoria y
a los prehistoriadores. Y muchas de las cuevas donde nuestros ancestros
dejaron su huella.
Ahora, jubilado reciente y voluntario, sigo en
contacto con ella. Y siguiendo sus noticias a través de las
publicaciones científicas y periodísticas, me vuelvo a encontrar con mi
amigo el hombre de neandertal, que en mis primeros tiempos era el Homo
sapiens neandertalensis y que, por alguna razón que no soy quién para
evaluar, perdió en los últimos años el adjetivo de sapiens.
En
este seguimiento del asunto, dada la proliferación de noticias, me ha
dado por revisar las últimas publicaciones en LA NUEVA ESPAÑA a través
de su lectura diaria y de su hemeroteca entre 2012 y el mes de abril de
este año 2014. Sorpresa. [...] lne.es
viernes, 2 de mayo de 2014
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