martes, 1 de julio de 2014

La unión de las américas propició la edad de hielo de hace 2,6 millones de años

Una nueva investigación en 'Nature Scientific Reports' teoriza sobre la causa de la edad de hielo que cubrió gran parte del Hemisferio Norte hace 2,6 millones de años. Esencialmente, el hallazgo apunta a un cambio en la salinidad del océano Pacífico provocado por la unión de las américas.

El estudio, coescrito por el doctor Thomas Stevens, del Departamento de Geografía en el 'Royal Holloway', en la Universidad de Londres, en Reino Unido, encontró un mecanismo previamente desconocido por el cual la unión de América del Norte y del Sur cambió la salinidad del océano Pacífico y generó un importante crecimiento de la capa de hielo en todo el Hemisferio Norte.

   El cambio en la salinidad alentó la formación de hielo marino que, a su vez, generó un cambio en los patrones de viento, provocando la intensificación de los monzones. Estos proporcionaron más humedad, generando un aumento de las nevadas y el crecimiento de las grandes capas de hielo, algunas de ellas de hasta 3 kilómetros de espesor.

El equipo de investigadores analizó los depósitos de polvo arrastrados por el viento llamados barro rojo que se acumularon durante entre 6 millones y 2,5 millones años en el norte de China central, al lado de la meseta tibetana, y los emplearon para reconstruir los cambios en la precipitación del monzón y la temperatura.


   "Hasta ahora, la causa de la edad de hielo del Cuaternario había sido un tema muy debatido", señala el doctor Stevens. "Nuestros resultados sugieren una relación significativa entre el crecimiento de la capa de hielo, el monzón y el cierre de la vía marítima de Panamá, conforme América del Norte y del Sur flotaban más cerca. Esto nos proporcionó una nueva e importante teoría sobre los orígenes de la edad de hielo y, en última instancia, nuestro sistema climático actual", añade.

   Sorprendentemente, los investigadores hallaron que hubo un fortalecimiento del monzón durante el enfriamiento global, en lugar de la precipitación intensa que normalmente se asocia con climas más cálidos. "Esto nos llevó a descubrir una interacción previamente desconocida entre la placa tectónica de América y los cambios drásticos en la temperatura global", agrega este experto.

   En este sentido, Stevens explica que la intensificación de los monzones creó un ciclo de retroalimentación positiva, promoviendo un enfriamiento más global, más hielo marino y precipitaciones más fuertes, que culminó en la propagación de grandes glaciares en el Hemisferio Norte. europapress.es/

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