One of the most hotly debated issues in current human origins research focuses on how the 4.4 million-year-old African species Ardipithecus ramidus
is related to the human lineage. "Ardi" was an unusual primate. Though
it possessed a tiny brain and a grasping big toe used for clambering in
the trees, it had small, humanlike canine teeth and an upper pelvis
modified for bipedal walking on the ground.
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The 4.4 million-year-old cranial base of Ardipithecus ramidus from
Aramis, Middle Awash research area, Ethiopia. (Credit: Image courtesy of
Tim White) |
Scientists disagree about where this mixture of features positions
Ardipithecus ramidus
on the tree of human and ape relationships. Was Ardi an ape with a few
humanlike features retained from an ancestor near in time (between 6 and
8 million years ago, according to DNA evidence) to the split between
the chimpanzee and human lines? Or was it a true relative of the human
line that had yet to shed many signs of its remote tree-dwelling
ancestry?
New research led by Arizona State University paleoanthropologist
William Kimbel confirms Ardi's close evolutionary relationship to
humans.[...]
sciencedaily.com
Actualización 09-01-14.
El cráneo de "Ardi" revela vínculos con el linaje humano (Traducción Terrae Antiqvae)
Una de las cuestiones más debatidas en la investigación actual sobre
los orígenes del hombre se centra en cómo la especie africana, de 4,4
millones de años de antigüedad,
Ardipithecus ramidus,
Ardi (izquierda), está relacionada con el linaje humano.
Ardi fue un primate inusual, a pesar de que poseía un cerebro
minúsculo, un dedo gordo del pie para agarrar y trepar por los árboles,
unos dientes caninos pequeños, parecidos a los de los seres humanos, y
una pelvis superior modificada para caminar de forma bípeda sobre el
terreno.
Los científicos no están de acuerdo acerca de dónde posicionar esta mezcla de características del
Ardipithecus ramidus en
el árbol de las relaciones humanas y de los simios. ¿Fue Ardi un mono
con algunas características similares a las humanas retenidas de un
antepasado cercano en el tiempo (hace entre 6 y 8 millones de años, de
acuerdo con las evidencias del ADN) en que se produjo la división de
líneas entre el chimpancé y los humanos? ¿O era una verdadera línea
relacionada con los humanos que aún no se había despojado de muchos
aspectos de su remoto modo de vida en los árboles?
Una nueva investigación dirigida por el paleantropólogo de la Universidad Estatal de Arizona,
William Kimbel (derecha),
confirma la estrecha relación evolutiva de Ardi con los seres humanos.
Kimbel y sus colaboradores recurrieron a la parte inferior (o base) de
un cráneo parcial muy bien conservado de Ardi. Su estudio reveló un
patrón de similitud que vincula a Ardi con los
Australopithecus y con los humanos modernos, pero no con los simios.
La investigación aparece en la edición online de PNAS.
Kimbel es director del Instituto de los Orígenes Humanos en la
Universidad Estatal de Arizona, un centro de investigación de la
Facultad de Artes Liberales y Ciencias en la Escuela de la Evolución
Humana y Cambio Social. Junto con Kimbel, figuran como co-autores
Gen Suwa (del Museo de la Universidad de Tokyo),
Berhane Asfaw (del Servicio de Investigación del Valle del Rift, en Addis Abeba),
Yoel Rak (de la Universidad de Tel Aviv) y
Tim White (de la Universidad de California, en Berkeley).
El equipo de investigación de campo de Tim White fue quien recuperó los restos fósiles del
Ardipithecus ramidus en
el área de Middle Awash, en Etiopía, desde 1990. El estudio más
reciente del cráneo de Ardi, dirigido por Gen Suwa, fue publicado en la
revista
Science en 2009,
cuyo trabajo (con el equipo de Middle Awash) reveló por primera vez
aspectos parecidos de la base craneal con la de los seres humanos.
Kimbel co-dirigió, además, el equipo que recuperó los primeros cráneos
de
Australopithecus en el yacimiento de Hadar, en Etiopía, hogar del esqueleto de
Lucy.
"Dado el tamaño muy pequeño del cráneo de Ardi, la similitud de su base craneal con la de un ser humano es asombrosa", dice Kimbel.
La base del cráneo es un recurso muy valioso para estudiar la
filogenia o las relaciones evolutivas naturales, dado que su complejidad
anatómica y asociación con el cerebro, así como su posición y el
sistema masticatorio, proporcionaron numerosas oportunidades para la
evolución adaptativa a través del tiempo. La base del cráneo humano, por
lo tanto, difiere profundamente de la de otros primates.
En los seres humanos la estructura que marca la articulación de
la columna vertebral con el cráneo se encuentra más hacia adelante que
en los simios, donde la base es más corta de adelante hacia atrás, y las
aperturas en cada lado, para el paso de los vasos sanguíneos y los
nervios, están más separadas.
Estas diferencias de forma afectan al modo en que los huesos
están dispuestos en la base del cráneo, de manera que es bastante fácil
distinguir incluso fragmentos separados en los simios y en los seres
humanos.
La base del cráneo de Ardi muestra los rasgos distintivos que separan a los seres humanos y a los
Australopithecus de
los simios. Investigaciones anteriores de Kimbel (junto con su
colaborador Joel Rak) habían demostrado que estas peculiaridades humanas
estaban presentes en los primeros cráneos conocidos de
Australopithecus de hace 3.400.000 años.
El nuevo trabajo amplía el catálogo de similitudes anatómicas que unen a los seres humanos, a los
Australopithecus y al
Ardipithecus
en el árbol de la vida, y muestra que el modelo de la base del cráneo
humano es al menos un millón de años más antiguo que la especie a la que
pertenece Lucy, un
Australopithecus afarensis.
Los paleoantropólogos generalmente se sitúan en uno de los dos campos
sobre las causas de los cambios evolutivos en la base del cráneo
humano. ¿Fue la adopción de la postura erguida y la bipedestación lo que
provocó un cambio en el equilibrio de la cabeza sobre la columna
vertebral? Si es así, ¿la base del cráneo casi humana de
Ardipithecus ramidus
confirma la evidencia postcraneal debido a la bipedestación parcial de
esta especie? O bien, ¿los cambios nos hablan de que la forma del
cerebro (y de la base sobre la que se asienta), tal vez sea una señal
temprana de la reorganización del cerebro en el linaje humano? Ambas
alternativas necesitarán ser nuevamente evaluadas a la luz de la
constatación de que Ardi, en efecto, parece estar más estrechamente
relacionado con los seres humanos que con los simios.
"La base del cráneo de Ardi llena algunas lagunas
importantes en nuestra comprensión de la evolución humana por encima del
cuello", agrega Kimbel.
"Pero también abre una gran cantidad de nuevas preguntas ..., ¡justo como debe ser!"