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An ancient footprint from Ileret, Kenya: one of several sets showing evidence of Homo erectus males travelling in groups. Brian Richmond |
1.5-million-year-old tracks give snapshot of early human life.
A
long-past hunting party left a permanent sign of its outing — and it was
not empty beer cans. Dozens of 1.5-million-year-old human footprints in
Kenya may be evidence of an early antelope hunt, offering a rare look
at the lives of ancient humans, researchers reported at a conference in
California this week.
Footprints
are the rarest of human relics. They tend to erode away very quickly;
only the choicest of conditions keep them preserved for thousands or
millions of years. But unlike collections of bones and tools — which are
difficult to link to a single individual or group — footprints offer a
snapshot of daily life.
In
the late 2000s, researchers exploring the area near a village in
northwestern Kenya, called Ileret, for human bones and tools instead
stumbled on a collection of 22 human footprints. Their 2009 publication
on the discovery, in
Science, focused on the anatomy of the people who left the prints: tall individuals who probably belonged to the species
Homo erectus, and who walked very much like modern humans (
Homo sapiens). [...]
nature.com
Actualización 18-04-15:
Describen huellas de homínidos mientras cazaban hace 1,5 millones de años
Huellas de Homo Erectus de 1,5 millones de
años halladas en Kenia pueden ser evidencia de una cacería de antílopes,
según un estudio presentado en la reunión anual de la Paleoanthropology
Society.
Las huellas son los más raras de las reliquias humanas. Tienden a
erosionar muy rápidamente y sólo en condiciones muy peculiares se
mantienen conservadas durante miles o millones de años. Pero a
diferencia de las colecciones de huesos y herramientas - que son
difíciles de vincular a un solo individuo o grupo - las huellas ofrecen
una instantánea de la vida cotidiana.
A finales de la década de 2000, investigadores que exploran la zona
cerca de una aldea en el noroeste de Kenia, llamado Ileret, para buscar
huesos y herramientas humanas, tropezaron con una colección de 22
huellas humanas. Su publicación de 2009 sobre el descubrimiento, en
Science, se centró en la anatomía de las personas que dejaron las
huellas: individuos altos que probablemente pertenecieron a la especie
Homo erectus, y que caminaba muy parecido a los humanos modernos (Homo
sapiens).
Pero Neil Roach, un paleontólogo del Museo Americano de Historia
Natural de Nueva York, vio las impresiones como una oportunidad para
echar un vistazo en la vida cotidiana del Homo erectus. Él y sus colegas
regresaron a Ileret a echar un vistazo más de cerca a las impresiones y
para buscar más.
Ahora han encontrado alrededor de 100 huellas humanas, divididas
entre varios grupos que probablemente se produjeron en el mismo día.
Roach dice que las huellas representan grupos de varias personas, en
lugar de individuos solitarios. El tamaño de las impresiones apunta a
hombres adultos, informa Nature.
Para tener una mejor idea del motivo de estas excursiones en grupo,
Roach y sus colegas observaron las huellas de otros animales,
incluyendo cocodrilos, antílopes y otros bóvidos, y aves como cigüeñas y
pelícanos. Esta combinación sugiere que aquellos seres humanos antiguos
estaban caminando en una orilla del lago amortiguada por pastizales,
dice Roach.
Y a diferencia de los bóvidos herbívoros, cuyos grabados tendían a
dirigirse a partir de los pastizales a la orilla del lago, los seres
humanos caminaron en una dirección a lo largo del lago - similar a los
movimientos de otros animales de caza.
Roach y su equipo proponen que las pistas representan cacerías en
grupo de antílopes o ñus. "Lo que podemos decir es que tenemos un número
de individuos, probablemente hombres, que se mueven a través de una
orilla del lago en una manera consistente con cómo se mueven los
carnívoros," dice. Los investigadores planean ahora estudiar los
patrones de movimiento de los cazadores de subsistencia de hoy en día en
África para tener una mejor idea de lo que sus huellas parecen.
"La caza es una cosa difícil de probar en la evolución humana",
dice Roach. La presencia de numerosos hombres adultos también apunta a
un cierto nivel de cooperación.
Actualización 03-05-15:
Primeros cazadores
Ewen Callaway - Nature News. Un antiguo grupo de cacería dejó una señal permanente de su excursión,
y no hablamos de latas vacías de cerveza. Decenas de huellas humanas de
1,5 millones de años podrían ser evidencia de una cacería primitiva de
antílopes en Kenia, ofreciendo una rara mirada a la vida de los humanos
primitivos, informaron investigadores en una conferencia celebrada en
California.
Las huellas son las más raras de las reliquias humanas. Tienden a
erosionarse muy rápido; solo las mejores condiciones las conservan
durante miles o millones de años. Pero, al contrario de las colecciones
de huesos y herramientas (difíciles de vincular a un individuo o grupo),
las huellas ofrecen una radiografía de la vida diaria.
A finales de la década del 2000, investigadores que exploraban el
área cercana a Ileret (pueblo del noroccidente de Kenia) en busca de
huesos humanos y herramientas se toparon en cambio con una colección de
22 huellas humanas.
Su publicación del descubrimiento en la revista Science, en 2009, se
enfocó en la anatomía de la gente que dejó su pisada: individuos altos,
probablemente pertenecientes a la especie Homo erectus, que caminaban de
forma muy parecida a los humanos modernos (Homo sapiens).
Pero Neil Roach, paleoantropólogo del Museo Americano de Historia
Natural, en Nueva York, vio las huellas como oportunidad para echar un
ojo a la vida diaria del Homo erectus.
Sus colegas y él regresaron a Ileret para analizar más las huellas y
para buscar más. Actualmente han encontrado alrededor de 100, divididas
en varios grupos, que probablemente fueron dejadas el mismo día.
Roach dice que las huellas representan grupos de múltiples individuos
y no de excursionistas separados. El tamaño de las huellas apunta a
hombres adultos, dijo ante la reunión anual de la Sociedad de
Paleoantropología, en San Francisco.
Una dirección
Para darse mejor idea del propósito de estas excursiones, Roach y sus
colegas analizaron las huellas de otros animales, incluyendo cocodrilos,
antílopes y otros bóvidos, y de aves como cigüeñas y pelícanos. La
mezcla sugiere que estos humanos antiguos caminaban junto a un lago
protegido por pastos, afirma Roach.
Y al contrario de los bóvidos come pasto, cuyas huellas tendieron a
ir desde los pastizales hasta la costa del lago, todos los humanos
caminaban en una dirección sobre el lago, de forma similar al movimiento
de otros animales de caza.
Roach y su equipo proponen que las huellas representan grupos de
cacería de antílopes y ñus. “Lo que podemos decir es que tenemos un
número de individuos, probablemente hombres, que se movían sobre la
costa de un lago en una forma consistente al modo en que se mueven los
carnívoros”, indica.
Los investigadores ahora tienen planeado estudiar los patrones de
movimiento de los cazadores de subsistencia actuales en África para
darse mejor idea de cómo son sus huellas. “La cacería es algo difícil de
demostrar en la evolución humana”, considera Roach. La presencia de
numerosos hombres adultos también señala cierto nivel de cooperación.
Otra evidencia sugiere que el Homo erectus (antecesor del moderno
Homo sapiens) era más depredador que sus ancestros, quienes pudieron
haber carroñado la carne que se comían. Las herramientas de piedra y los
huesos con marcas de corte se vuelven más comunes en el registro
arqueológico luego de hace aproximadamente 2 millones de años (cuando
emergió el Homo erectus).
Y algunos investigadores han especulado que sus esbeltos cuerpos les
ayudaron a seguir la pista de presas de rápido movimiento, mientras que
los prominentes cerebros demandaban montones de calorías.
“Empieza a haber consenso en el sentido de que hace aproximadamente 2
millones de años vemos más carnívoros, lo que tiene que ver con la
cacería”, apunta Roach.
“Quién sabe qué están haciendo aquí”, dice Curtis Marean, un
paleoantropólogo de la Universidad del Estado de Arizona, en Tempe.
“Podría ser un grupo de caza, pero también podría ser recolección junto
al lago”, afirma. Algunas plantas de la costa producen bulbos nutritivos
con los que los dueños de las huellas podrían haberse dado atracones.
Pero Marean piensa que Roach y su equipo tienen una buena idea al
usar las huellas para estudiar la vida diaria. “Es una pieza de
información completamente novedosa”, dice. “Pienso que es una forma
verdaderamente interesante de comprender qué hacían antes las
comunidades”, agrega.